PRIMERA MENCIÓN EN POESÍA: Lucía Paz
Resuenan querencias
Inicia la representación de un ayer con su cauce en tierras
despobladas donde recorre asimilable humo de relleno sin clara pretensión, es
cuando, deambulan las imágenes repuestas durante noches eternas de un baile sin
voz. El fuego incinera hasta que el último recuerdo corpóreo en luz convive;
pero desciende el aliento sin aire, convertido en último estertor perdurable.
Caminan comparsas de olvido festivo en que el modelo aúlla. Sin vida la página,
gira.
En una sombra delante
la cual ilumina la muerte; el ardor retorna con su andar vuelto acto fundiendo
líneas del despertar constante. Invisibles y finas tensiones fluyendo son raíz
a la piel de un cuerpo sincero, que como mar desnuda intenso por verdad.
Mar revoltoso, inquieto se sumerge
Nunca inerte de reinas consagradas
Despegando hacia el sol
Inagotable su fuerza
Suena, rompe, renueva
Magia de su luz en vida lloviendo al instante de la sombra,
cuando renace en cálidos despertares con rebelión. Da capo espera por
petrificarse la esencia, mas detiene la exhibición callando aplausos y oímos su
voz en su volver nadando por orillas de pies bañando la costa. En noche donde
luna reflejas el retorno visible, entablas sin máscara de hazaña aquel
testimonio.
SEGUNDA MENCIÓN EN POESÍA: Diego Obiol
Vainilla y canela
Aunque encienda la palma
de guarda aserrada
envuelta en un resumen
de duro pasado,
que humo arco iris dispara,
no consigo olvidarla.
Si ella se me aproxima
increpa el oleaje
sublevado de venas
ganando coraje.
Su florida presencia
me sabe a ultraje.
Entre mil un siluetas,
ella se presenta,
huelo lluvia canela
rociando su cara.
El aroma vainilla,
orgullosa espada,
que adorna sus costillas
gatilla a mi calma.
Me visto de mañana
con aroma a vainilla
mi cerebro calla.
Salgo a la vereda
y lluvia de canela
hiere como espuelas.
Me subo al arco iris
que conoce mi pena.
TERCERA MENCIÓN: Susana Angélica Orden
San Isidro y la noche
A veces yo camino por
la noche infinita,
ansiando guarecerme
de la ciudad vacía.
Rejas entreabiertas y verdes celosías,
la cigarra entonando su
canción favorita.
Rumores de otro tiempo, secretos, fantasía,
hoy guardan las paredes que velan las glicinas
Amores contrariados, una carta perdida,
los celos, el coraje y esa daga asesina.
Recuerdos olvidados en antiguas vitrinas,
retazos del pasado, ecos de una despedida.
Faroles y empedrado, la luna
fugitiva,
jugando a esconderse
detrás de las cortinas.
Mi alma hecha pedazos
recibe una caricia,
en un rincón de antaño se siente comprendida.
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